Bellezas egipcias
La aplicación de cosméticos siempre estuvo precedida por un tipo de cuidado de la piel a base de ungüentos que facilitaban la aplicación de los polvos cosméticos. Al tener una base aceitosa, no siempre agradable al olfato, se aromatizaban con esencias florales.
Las mejillas y los labios sólo los maquillaban las mujeres. Tenemos constancia de estos productos por los numerosos ajuares funerarios que han llegado hasta nosotros. El rouge podría ser sustituido por limonita o hematita. En cuanto al lápiz de labios, se utilizaba una mezcla de insectos secos, amalgamados con cera de abeja u otras resinas gomosas. La reina Cleopatra, en particular, utilizaba escarabajos y hormigas rojas, una receta que nos ha transmitido en sus Cleopatra Gynaeciarum Libri, obra en la que recogía sus secretos de belleza.
Maquilladora egipcia
Reconociendo que cuando viste La Momia anhelabas haber vivido en esa época, te invitamos a meterte en la máquina del tiempo como hizo Marty McFly y vestirte con un traje de faraón egipcio en el que cuidaron hasta el más mínimo detalle.
Deja los pantalones en el armario por un día y luce tus piernas porque los trajes egipcios se caracterizan por incluir 3 elementos comunes: una túnica corta, un cinturón y su icónico sombrero, además de puños y polainas doradas
¿De verdad quieres triunfar con tu traje de Rey del Antiguo Egipto? Además del traje, tienes que dar importancia al maquillaje. No importa si eres un hombre, una mujer o un niño, hazte la raya del ojo como hacían los egipcios. Si no lo haces tu disfraz está incompleto
Si pasar desapercibido no forma parte de tu carácter, te recomendamos que compres un disfraz de dios egipcio y te conviertas en el Anubis de la fiesta; su casco en forma de cabeza de chacal es impresionante
Productos egipcios
Los egipcios compraron a los fenicios la esencia de Terebinthus, una sustancia con una fragancia extremadamente valiosa y hechizante, hasta el punto de que se menciona en antiguos poemas de amor: “He aquí que todos los caminos que recorres están impregnados del aroma de Terebinthus y su olor se asemeja al que se desprende en Biblos”.
Todo ello atestigua que, aunque no existían cánones estéticos definidos, los egipcios concedían gran importancia al cuidado y la limpieza del cuerpo, hasta el punto de que la tradición estética y el uso de cosméticos persistieron y se expandieron entre los sumerios, hititas, asirios y babilonios.
Los antiguos egipcios amaban la belleza y dedicaban mucho tiempo y atención al cuidado de su cuerpo. Eran profundos conocedores de los cosméticos y los perfumes y perfeccionaron su técnica en la producción de fragancias hasta un nivel muy alto. Los perfumes desempeñaban un papel importante: eran un intermediario entre los humanos y los dioses. Se utilizaban en ceremonias y rituales religiosos, pero también como medio de seducción.
Maquillaje de ojos egipcio
Las mujeres egipcias (pero los hombres no lo eran menos, ya que el maquillaje masculino también tenía una importancia sagrada) disponían de toda una gama de productos para crear el maquillaje perfecto para cada ocasión.
Maquillaje egipcio: los productos y las herramientas Empecemos por los productos utilizados para crear los colores: como no había ninguno de los productos que se utilizan hoy en día, las mujeres y los hombres egipcios tuvieron que agudizar su ingenio. La mayoría de los pigmentos utilizados procedían, obviamente, de productos naturales, metales y minerales, o de hierbas utilizadas para colorear. El elemento más importante del maquillaje egipcio era el kohl (o kajal), también utilizado hoy en día en forma de lápiz. En el Antiguo Egipto se utilizaba no sólo como cosmético, sino también como protección para los ojos del resplandor del sol.
En algunas tumbas egipcias se han encontrado incluso pequeños morteros con los que las mujeres egipcias amasaban el khol, mezclando malaquita (un mineral de color verde brillante), gelena (un mineral de color gris-negro) y, a veces, óxido de manganeso (muy negro) y ocre marrón (de color ladrillo) para crear colores siempre cambiantes pero muy intensos. Estos polvos se mezclaban con sustancias aceitosas o grasas para que se extendieran bien; tras su aplicación, el maquillaje se detenía con savia de sicomoro.